Hola de nuevo. ¿Qué tal todo? Espero que bien.
Hoy traigo un artículo al blog un tanto peculiar. Imagino que te habrá llamado la atención tanto el título como la imagen introductoria.
Pues si, hoy voy a escribir sobre el cuento de la lechera, y de lo erróneo de su moraleja, al menos desde la perspectiva del marketing online.
Pero antes que nada, aprovechando mi formación en psicología, me gustaría hacer una reflexión sobre el impacto que tienen los cuentos en los más pequeños.
Aunque los cuentos son una formidable manera de educar a los niños, hay que tener muchísimo cuidado sobre la moraleja que les transmitimos. Si bien a partir de la adolescencia poseemos un set de herramientas que nos permite realizar juicios críticos sobre la información que recibimos, cuando somos pequeños no las tenemos, y absorbemos la información que se nos proporciona sin filtro alguno.
¿Te has parado a pensar en todo lo que aprendiste con los cuentos que te contaban? Seguramente no, o al menos no en todos ellos.
Y es por eso que hay que prestar atención porque las lecciones que enseñamos porque a ojos de un niño son verdades cuasiaxiomáticas que quedarán en su acervo cultural durante toda su vida.
Así que vamos al grano y veamos por qué en mi opinión el cuento de la lechera no debería contarse como se cuenta y mucho menos a sacar las conclusiones que se sacan.
¿Te animas a seguir leyendo?
Recordando el cuento de la lechera.
Imagino que conocerás el cuento, pero si no es así, no te preocupes, que contarlos es algo que siempre me ha gustado. Así que ponte cómodo y disfruta de la historia que al parecer empezó a contar Esopo en el siglo VI a.C, pero que ha ido evolucionando con el tiempo,
Así es la versión moderna del cuento de la lechera. O al menos la versión que me contaron a mi. Vamos allá:
Cuenta la leyenda que en un país muy muy lejano (o no), una chica llevaba al mercado un cántaro de leche recién ordeñada, y mientras que volvía a casa dejó volar su imaginación.
-Como esta leche es muy buena ganaré un buen dinero en el mercado -pensaba-. Con ese dinero compraré pollitos que pronto crecerán y pondrán muchos huevos que también podré vender fácilmente. Con los beneficios compraré un cerdito que engordaré y cuando esté bien grande haré ricos embutidos que triunfarán en el mercado. Y al venderlos tendré el suficiente dinero para comprarme una vaca propia y viviré muy feliz toda la vida.
Tan absorta andaba la lechera en sus propios pensamientos que no se percató de una rama que atravesaba el camino. La pobre lechera tuvo la mala fortuna de tropezar y al hacerlo el cántaro de leche se le escapó de las manos vertiendo todo su contenido en la tierra.
La pobre lechera lloraba y lloraba al ver que la vaca, el cerdito, los pollitos y hasta la leche que hacía unos segundos atesoraba, se esfumaban como por arte de magia y quedándose ella con las manos vacías.
Fin
Y así termina el cuento de la lechera. Aunque todos los cuentos de la lechera vienen a ser más o menos parecidos, ¿no?
Ahora llega la miga. La razón de que haya traído este cuento a un blog de marketing online, es decir, llega la hora de sacar conclusiones. No en vano el cuento de la lechera como buen cuento tiene su moraleja.
La nociva moraleja del cuento de la lechera
¿Qué conclusiones has sacado tu al volver a leerlo? Posiblemente ahora que te paras a pensarlo no las mismas que las que te inculcaron de pequeño (o quizás si).
La conclusión más extendida (aunque no la única) del cuento de la lechera es que no hay que ser ambicioso. Es mejor tener los pies en la tierra y ser realistas, porque si no puede pasarte como a la protagonista y quedarte con las manos vacías.
Que horror de moraleja, ¿no?
Pero vamos a analizar un poco el cuento desde una perspectiva más emprendedora:
La lechera básicamente lo que hace es construir un plan negocio. Voy a hacer A de esta forma y con los beneficios creceré hasta B, luego C y al final D. Es un plan de negocio simple pero un plan de negocio al fin y al cabo.
En realidad este tipo de cuentos lo que hace es mermar la capacidad emprendedora de una sociedad, al menos la española, de por sí histórica y culturalmente bastante desempoderada.
El cuento tendría un efecto mucho más beneficioso si no concluyera ahí. Si tuviera un anexo que relatara algo como
La lechera entre llantos decidió que no iba a darse por vencida.
Tras pensar en lo que le había pasado se le ocurrió ponerle un tapón al cántaro y volver a intentar cumplir sus sueños la próxima vez que tuviera la oportunidad esforzándose al máximo para que esta vez llegaran a buen puerto.
Son solo unas pocas palabras más, pero hay que ver lo que cambia el enfoque del cuento.
Conclusiones finales sobre el cuento de la lechera
Para terminar me gustaría agradecerte que hayas leído el artículo. A mi me llamó mucho la atención porque la verdad es que nunca había reflexionado sobre ello.
Como emprendedores hay que erradicar el miedo al fracaso de cada esquina de nuestro ser, o al menos aprender a controlarlo. Y como ves, la mayoría hemos tenido una educación que poco ha ayudado en ese sentido.
El cuento de la lechera es simplemente un ejemplo más de los muchos que se pueden poner para ejemplificar y dar explicación del por qué del poco espíritu emprendedor que demostramos algunas sociedades.
En el mundo anglosajón muchas personas ni siquiera conocen el cuento de la lechera. Y los que lo hacen sacan otras conclusiones más positivas como que hay que tener un ojo en el camino y el otro en el destino, o que no hay que ser codicioso (importante diferenciar la codicia de la ambición).
En definitiva, se supone que más del 80% de las empresas que empiezan fracasan. Pero eso no es un problema. El problema es rendirse antes de tiempo.
Si no nos damos por vencidos, si analizamos por qué no hemos conseguido nuestros objetivos y hacemos las modificaciones oportunas estaremos mucho más preparados con todo lo aprendido, para triunfar en nuestro proyecto y alcanzar la forma de vida que anhelemos.
Muchas gracias y si quieres compartir sus reflexiones propias sobre lo expuesto eres más que bienvenido.
Sencillamente fantástico. Y de hecho a partir de ahora cada vez que cuente este cuento, voy a contarlo con tu final. Deberías patentarlo!
¡Muchas gracias Ana! La verdad es que te hace pensar por qué somos como somos. Todo lo que nos enseñan antes de la pubertad nos entra sin filtro y esas ideas después son difícil de cambiarlas.
Como comentabas en facebook la mayoría de personas no entienden por qué abandonas la seguridad por una ilusión.
Pero bueno, al final de los finales se trata de ser feliz y yo prefiero no llegar a viejo pensando en cómo hubiera sido mi vida si me hubiese atrevido.
¡Un saludo!
Cuanta razón tienes, pero no me quedo sólo con este cuento, habría que analizar muchos de ellos y varias películas infantiles y ver sencillamente lo que nos dicen.
Me ha encantado.
Saludos
Hay cosas que son tan sutiles que se nos escapan, pero eso tiene mucho impacto en los niños.
¡Me alegro que te haya gustado Nono!
Muchas gracias por comentar. 🙂
Es un modo de verlo. Yo nunca he visto así la moraleja, sino más bien que para soñar con alcanzar cotas mejores, tienes que cuidar lo que tienes ahora, porque esa es la base que te permitirá alcanzar mayores alturas.
Es otro punto de vista. Sin duda más agradable que el que le doy yo.
¡Muchas gracias por comentar!
Buen día.
Tengo mi punto de vista. No coincide con el suyo. No veo que lo de la lechera vaya por el rumbo que usted señala. No es un tema de “freno” a sus aspiraciones. Es de poner <>. Si el objetivo es el suceso, pues no confundir la fantasía con la alucinación. Y lo anterior no es poner cota a las aspiraciones.
Saludos.